La moralización de la política

Gottfried Helnwein. The murmur of the inocents. AlbertinaMuseum. Foto FGM

Pablo Malo

Psiquiatra

“Si crees que tus adversarios políticos ordinarios no sólo están equivocados, sino que son el mal, has dejado de hacer política y has empezado a hacer religión.”
-Joseph Bottum

“La ciencia está convencida de que debe buscar la verdad, la religión está convencida de que ya la tiene”.
-Jorge Wagensberg

No hay ninguna duda de que los políticos deben seguir unos códigos de conducta y de que esperamos de ellos que no roben, que no maten o que no mientan (harto difícil esto último). Sobre este punto no cabe mucha discusión: no queremos políticos inmorales.

Esta charla toma una ruta diferente y va a tratar de algo más discutible, de que es necesario en mi opinión “desmoralizar” el juego político, el funcionamiento democrático, lo cual no quiere decir que los políticos sean más deshonestos. Lo que voy a defender es que la política se está moralizando, es decir se está convirtiendo en un campo donde lo esencial es cada vez más el código bueno/malo en lugar de ser el campo donde se gestiona la vida pública y se busca conciliar los intereses de grupos y personas distintas dentro de una sociedad.

Hasta ahora, a mi modo de ver, la política se basaba en la concepción de que diferentes partidos defendían diferentes propuestas (todas ellas legítimas) y los ciudadanos en última instancia elegían con su voto. Pero lo que estamos viendo cada vez más es una división radical entre Ellos y Nosotros, entre nuestra ideología y la de nuestros adversarios. Nuestra ideología es la correcta, la buena, y la ideología de nuestros oponentes es mala moralmente, algo que acaba generalmente en -ista (fascista, comunista, machista…etc) o en fobo (islamófoba, tránsfobo, etc.). La conclusión de esta transformación es que con el otro, con el Mal, no se puede ni dialogar. Uno no dialoga con Hitler, con Franco o con el demonio. Y resulta que dividimos el mundo en Hitler (Ellos) y No-Hitler (Nosotros). El resultado es que el juego democrático se bloquea, el debate y el diálogo se vuelven imposibles. El juego político pasa de ser una conversación entre iguales a una lucha entre el Bien y el Mal, es decir, a algo mucho más parecido a una religión, como dice Joseph Bottum.

La democracia es incompatible con creer que estamos en posesión de la verdad absoluta. Si yo ya sé cuál es la verdad y lo bueno, no necesito un sistema de partidos políticos con diferentes ideas. Lo que necesito es un único partido que aplique la ideología correcta. No es necesaria ninguna conversación ni diálogo. Caemos en la cultura de la cancelación, en censurar las ideas que son malas de una manera similar a la Iglesia o la Inquisición de otros tiempos. Caemos en el Totalitarismo. Y, efectivamente, estamos viendo, por ejemplo, cómo la libertad de expresión, que es la piedra angular del sistema democrático se considera un concepto de derechas a eliminar. Las personas progresistas que así piensan parecen pensar que van a estar siempre en el poder y no comprenden que, si un dictador de derechas llega al poder y aplica esa misma cultura de la cancelación, las ideas progresistas serán censuradas y perseguidas. Si hemos avanzado en cuestiones como los derechos de los homosexuales o las mujeres ha sido gracias a la libertad de expresión y desde luego no parece prudente tirarla ahora a la basura.
En definitiva, no es una buena idea convertir a la política en nuestra nueva religión y cada vez nos la tomamos más como si lo fuera.”

El seminario se celebró en línea el 12/12/2023

Puedes escuchar la grabación en audio (89,6 MB) en este enlace. Si deseas acceder a una grabación en vídeo (220 MB), puedes obtenerlo en este enlace. Falta unos diez minutos del principio

Para citar esta entrada

Malo, Pablo. En Niaiá, consultado el 11/12/2023 en https://niaia.es/la-moralizacion-de-la-politica/ /

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