José Barrientos
Profesor Titular. Universidad de Sevilla barrientos@us.es
La filosofía no es un juego dialéctico, sino una manera de saber a qué atenerse. ¿Sobre qué? Sobre lo que necesitamos para vivir. (De ahí mi aburrimiento y desinterés frente a gran parte de lo que hacen hoy los profesionales de la filosofía) (Julián Marías, Antropología filosófica, Ediciones de la Revista de Occidente, Madrid, 1973, p 19)
Unos exigen con romanticismo foucaultiano la liberación de aquellos que son víctimas del sistema opresor y nos recuerdan, desde la comodidad del sedoso tacto de sus teclas, que “los monstruos no pertenecen a otra “naturaleza” que las especies mismas” (Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1968, p. 155). Otros elevan su espadas acondroplásicas para demandar la prisión permanente, la pena de muerte para los delitos de sangre o, simplemente, animan a que el recluso sea encerrado en un agujero y que la llave se tire allá donde el Titanic chocó con el iceberg. Afortunadamente, coinciden en un punto determinado de sus diatribas: el silencio se yergue cuando alguien, con cara de ingenua inocencia y de florentino cinismo, los invita a sus talleres de filosofía en prisiones. Entonces, sus arborescentes argumentos pierden aroma, textura y vigor.
El paseante filosófico descubre dentro de los muros de los centros penitenciarios una polifonía de rostros y biografías demasiado cromática para caer en el maniqueísmo tergiversado anterior. Recuerda que hubo celdas que alojaron a Miguel Carcaño, a Santiago del Valle, a Tony King, pero también a Sócrates, Boecio, Antonio Negri, Michel Foucault, Angela Davis, Nelson Mandela, Miguel Hernández y, ¿por qué no decirlo? A Isabel Pantoja, Lindsay Lohan, Paris Hilton, Bill Cosby y hasta a Skeletor cuando, victorioso, He-man lo confina en las mazmorras. El juego de luces creado por estas estrellas constituye un nuevo circo massmediático que manipula con igual potencia que la imagen del párrafo anterior.
El proyecto de Filosofía Aplicada en Prisiones BOECIO baja de las gradas que alojan a quien realiza los diagnósticos anteriores y sale a jugar o a entrenar al campo. BOECIO es un proyecto filosófico cuya prehistoria se hunde en los talleres y consultas que iniciase el grupo ETOR (acrónimo de Educación, Tratamiento y Orientación Racional) hace más de veinte años. Uno de sus exponentes, Eduardo Vergara, inició un conjunto de sesiones en 2007. Sus encuentros se prolongaron durante una década en varias prisiones españolas. Siguiendo sus senderos, pensamos iniciar otro proyecto en prisiones que, sin oponerse a las derivas de Vergara, enfatizase tres objetivos: (1) analizar empíricamente los resultados de los talleres, (2) generar un protocolo de más de veinte encuentros semanales y (3) facilitar la viralización de las sesiones consiguiendo que los educadores pasasen de ser filósofos de libro a pensadores de la calle.
La iniciativa, comenzada en tres prisiones iberoamericanas de la mano de varios amigos, Edson R. Nardi, Marco López Cortés y un servidor fue creciendo. De hecho, actualmente, cuenta con financiación de la Unión Europea y de la Oficina de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Sevilla y con coordinadores nacionales en Colombia (Laura Giraldo y Víctor Rojas), Brasil (Edson R. Nardi), México (Ángel Alonso), Argentina (Claudia Perlo) y España.
Su objetivo consiste en evaluar empíricamente la eficacia de talleres de filosofía que entrenan en tres competencias filosóficas, a saber, el gobierno de las pasiones, el pensamiento crítico y las acciones comunicativas.
El gobierno de las pasiones permite que los privados de libertad tomen las riendas de sus existencias cuando enfrentan situaciones difíciles como el asesinato de un familiar, no poder acudir a su funeral o la impotencia por no poderse tomarse la justicia por su mano, pero, también, cuando los desafueros amorosos provocan que Cupido los haga esclavos de sus flechas y de las fechorías de sus parejas. La fortaleza que les proporciona el entrenamiento filosófico impide la manipulación emocional cuando un supuesto compañero del penal usa la ideología del macho para inducir a un crimen. Asimismo, el gobierno sobre las pasiones resulta útil al personal de seguridad cuando una acción programada le obliga a utilizar métodos coercitivos y le evita dejarse llevar por sus emociones desbordadas. Los estoicos nos enseñan que hay que ser sabio para aplicar un castigo de acuerdo a los principios racionales.
El entrenamiento del pensamiento crítico adquiere una configuración diversa en los encuentros: ayuda a evaluar argumentos, descubrir falacias y analizar y deconstruir conceptos. Además, este pensamiento facilita que los participantes entiendan cómo las estructuras físicas e institucionales inducen un comportamiento, es decir, que se hagan conscientes de cómo una cámara es suficiente para que una persona normalice su conducta o cómo el manejo de los tiempos y de los espacios constituye un poderoso artefacto para el control de las masas.
Por último, BOECIO se preocupa de soldar las fisuras de la quiebra de la cárcel. Allí, la supervivencia y el interés por uno mismo hacen olvidar que, sin la mirada amistosa de otra persona, uno no sólo se reduce personalmente sino que condena y vacía su biografía. Mounier, Buber, Nedoncelle o Honneth lo tenía claro: la constitución de la propia identidad depende de la acogida y apertura al otro y el rechazo del otro es el principio del monstruo.
Las reuniones de BOECIO son fieles a la metáfora del entrenamiento. No se acude a una clase teórica sino a un gimnasio. Los educadores ayudarán a hipertrofiar el pensamiento crítico en acción y animarán a usar los diarios personales como las pesas y mancuernas con las que reflexionar diariamente sobre los resultados de los ejercicios filosóficos. Además, el neófito no será acompañado por un maestro que posee tiránicamente la verdad desde un pedestal inalcanzable. Por el contrario, el maestro requiere al preso para practicar su propia ejercitación, puesto que requiere su visión para ser más él mismo. Como decía Séneca en las Cartas a Lucilio, “Cuando te pido tan encarecidamente que estudies, obro en interés propio; quiero tenerte por amigo, lo que no puede sucederme si no prosigues en cultivarte hasta el fin como empezaste” (Séneca, L.A. (2001): Cartas a Luclio, Juventud, Madrid, p.:101)
Esta gimnasia filosófica semanal ha proporcionado los primeros resultados cuantitativos y cualitativos. Entre los primeros, destacan la apertura mental, el incremento de la regulación emocional, de las capacidades cognitivas y las emocionales. Entre los segundos, se aprecia la reducción en el consumo de drogas y de fármacos vinculados con la ansiedad, la disminución de la frecuencia de confinamiento debido a la violencia provocada por los participantes y de las ideas suicidas. Además, algunos privados de libertad retomaron relaciones con sus familiares después de años alejados de ellos. El personal de seguridad también ha atestiguado cambios entre los asistentes a los talleres, subrayando sus relaciones más cercanas y la mayor capacidad para soportar la frustración. Estos éxitos, animaron a que los funcionarios de un centro penitenciario, que recibió BOECIO con suspicacia y cierta sorna, hayan acabado solicitándonos que realicemos con ellos el proyecto.
BOECIO no se restringe al trabajo dentro de las instituciones penitenciarias. En los últimos meses, ha extendido su acción a las personas de barrios periféricos (niños, jóvenes y familias). De hecho, se está programando la apertura de un centro de Filosofía Aplicada con Personas en Riesgo de Exclusión Social. Este ofrecerá formación universitaria práctica en este campo. De hecho, el 2022 (COVID-19 mediante) asistirá a la apertura del primer Posgrado Universitario de BOECIO en Argentina y el primer Diplomado Universitario en Colombia, ambos online.
Aquellos que vean en este proyecto un mecanismo para ayudar al necesitado y conceptúe a estos últimos como los pobres diablos de un sistema demencial que cosifica a las personas, ha entendido poco lo que se ha explicado estas líneas. Por ello, le invitamos a regresar al segundo párrafo de este texto y a que medite el siguiente texto de Séneca: “No soy tan malo para meterme a curar estando enfermo, pero como me encuentro en el mismo sanatorio, hablo contigo de la enfermedad común a los dos y te comunico los remedios” (Séneca, L.A. (2001): Cartas a Luclio, Juventud, Madrid, p. 85).
La prisión se abre para BOECIO como una oportunidad para entrar en contacto con los menospreciados y en sus periferias. Esta derivas peligrosas constituyen los ejes de la filosofía que anhela suicidar los moldes del pasado, mantener lozano su amor por la libertad y que, en última distancia, desea reconoce que en la penumbra hay mucha más luz y aventura de la que cualquier master del universo deslumbrado por el sol del mediodía pueda esperar.
Postdata. Por cierto, a quién se pregunte por el sentido de las mazmorras de Juego de Tronos a estas alturas, sólo tengo que decirle que lo espero bajo el sol abrasador de Dorne para explicárselo…
Referencias
Barrientos-Rastrojo, J. y Gómez-Bujedo, J. (2019) Can Wisdom be Taught by Philosophical Practice?: An Experimental Research in Spain, Norway, Croatia and Mexico. Journal of Humanities Therapy Vol. 10, No. 1, pp. 31-62
Barrientos Rastrojo, J. (2021) La estigmatización y el proyecto de filosofía aplicada en prisiones Boecio. En Albert Márquez, Marta ) Filosofía en Prisión. Berlín. Peter Lang
Bermúdez Vázquez, M. (Coord.) (2021) Luces en el camino: filosofía y ciencias sociales en tiempos de desconcierto México. Dykinson
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Barrientos, J. (2022) Filosofía experiencial. Prisi´ón y las mazmorras de Juego de Tronos. En Niaiá, consultado el 08/01/2022 en https://niaia.es/filosofia-experiencial-prision-y-las-mazmorras-de-juego-de-tronos/
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