Félix García Moriyón. Grupo de Investigación Niaiá
En el Conversatorio de Otoño, celebrado el pasado 13 de diciembre, en la UAM, el grupo Niaiá invitó a Fernando Cembranos para que abordara los problemas que está planteando el desarrollo, casi exponencial, de las tecnologías. Su intervención formaba parte del trabajo del seminario permanente de este curso académico: El estudio de casos; cómo resolver problemas morales
Fernando Cembranos aceptó el reto y directamente lo dejo claro: la reflexión sobre las tecnologías es, sobre todo, una reflexión moral. Es decir, el desarrollo y uso de la tecnología exige que nos planteemos con rigor en qué clase de mundo queremos llegar a vivir, y eso incluye el mundo social, la biosfera y nosotros mismos. Se trata, por tanto, de problemas genuinamente morales y como tal deben ser afrontados y resueltos.
Lo primero que debemos tener claro, para analizar cualquier caso concreto que se nos presente, es el hecho de que afrontamos una crisis a corto y medio plazo de gran envergadura. No se trata solo del cambio climático, ni siquiera del agotamiento de los recursos, se trata de una crisis global que puede tener un costo enorme. Puede suceder que en unas pocas decenas de años, la población humana sobre la Tierra descienda más de la mitad, en un medio ambiente social, ecológico y económico muy desfavorable. No es extraño que algunos hablen de un “apocalipsis”. ¿Es una visión en exceso negativa? No lo ve así Fernando; más bien es lo que hay. Para afrontar un problema lo primero que hay que hacer es darse cuenta de que tenemos un problema y reconocer cuáles son los rasgos principales del problema.
Dos son los ejes básicos para empezar a afrontar lo que ocurre. En primer lugar, acabar con un falso optimismo tecnológico. Son muchas las personas que creen que la tecnología podrá resolver cualquier problema; es cuestión de tiempo y de esfuerzo dedicado a la innovación tecnológica, lo que al final permitirá, por ejemplo, una energía inagotable y limpia, una mejora de la alimentación y la salud… Todo lo va a resolver la tecnología. Casi una religión, con sus dogmas y sus clérigos, los técnicos convertidos en tecnócratas o en expertos que asesoran a quienes controlan el poder.
El segundo eje es tomar conciencia de que la tecnología, tal y como se está desarrollando no solo no es parte de la solución sino que es parte del problema. Es decir, el desarrollo tecnológico está generando una sociedad que cada vez está más fuera del control de las personas. La tecnología deja de ser algo neutral y se convierte en algo complejo, con sus propias dinámicas; algo que exige grandes inversiones, por lo que termina estando al servicio de quienes costean los desarrollos tecnológicos, procurando, claro está, que beneficien sus intereses concretos, no los de la humanidad. Muy esquemáticamente, estos es lo que dice el discurso “oficial” sobre la tecnología, ocultando los problemas que está generando y los intereses concretos que está beneficiando:
- Que es beneficiosa, salvo que se demuestre lo contrario.
- Que es neutral.
- Que no se puede parar.
- Que gracias a la tecnología la historia va de peor a mejor.
- Que traerá las soluciones adecuadas a los problemas.
- Que es la principal suministradora de bienestar.
Ese discurso, aun siendo muy incorrecto, ha calado profundamente en la sociedad, lo que pone difícil elaborar alternativas. ¿Implica esto un pesimismo insuperable? Desde luego, la situación es espinosa y algo de eso se desprende desde mi punto de vista, del planteamiento de Cembranos. No obstante, defiende que es posible ofrecer alternativas que avancen hacia una tecnología más de acuerdo con una propuesta de sociedad sostenible y solidaria. En la búsqueda de esas alternativas, tal como exponen en su libro, esto es lo que plantea la sostenibilidad sobre la tecnología:
- Que existen tecnologías que favorecen la sostenibilidad y tecnologías que la impiden.
- Que la tecnología debe estar controlada por la comunidad antes que por el mercado.
- Que no han de causar deterioros en la naturaleza y en la estructura social.
- Que es necesaria una prudencia estructural. La tecnología tiene que demostrar su bondad y ausencia de perjuicios antes de ponerse en marcha.
- Que las tecnologías hay que juzgarlas holísticamente.
Cuando afrontamos problemas, cuando tenemos que proponer soluciones, moralmente debemos tener en cuenta esos cinco criterios propuestos desde enfoques de la sostenibilidad.
Mander, J (1996) En ausencia de lo sagrado Palma de Mallorca, José J. de Olañeta Editor
Herrero, Y., Cembranos, F. y Pascual, P. (Coord.): Cambiar las gafas para mirar el mundo. Madrid, Libros en Acción, 2016 (3ª ed.). Para este resumen, he utilizado el Capítulo 4 tecnología v6.doc, La fe ciega en la tecnología
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García Moriyòn, F.: ¿Qué puede aportar la tecnología a la sostenibilidad? en Niaia, consultado el 12/01/2017 en https://niaia.es/?p=1128&pre-view=true