Nacho García Pedraza,
Socio de Garúa, cooperativa dedicada a fomentar las transformaciones ecosociales. Miembro del grupo Niaiá
Nos encontramos en medio de una crisis ecosocial de dimensiones mucho mayores que la crisis sanitaria que nos preocupa (con razón) en este momento. Si la crisis sanitaria condiciona nuestro presente y está provocando una dificultad de pensar en el futuro («¿Hasta cuándo durará?», «Ya no hago planes», «Esto ha venido para quedarse»), la crisis ambiental y social que estamos ya viviendo en el presente (migraciones climáticas, hambrunas, catástrofes naturales…) pone en riesgo nuestro futuro. Hemos llegado a los límites físicos de nuestro planeta y el origen de esta crisis es el sistema en el que nos movemos.
Las organizaciones ecologistas son muchas y muy diversas, desde las que se centran en la defensa y protección de una especie concreta o un habitat específico, hasta las que tienen una mirada más global y aportan una comprensión sistémica del mundo.
El planeta no se entiende sin las personas que lo habitan y viceversa. Formamos parte de un sistema complejo, y la crisis ambiental es una crisis ecosocial, dónde justicia, democracia y sostenibilidad están intrínsecamente relacionadas. Hemos constatado que es insostenible un sistema depredador de recursos a costa del bienestar y los derechos de las personas, que no cuenta con ellas para gestionar y decidir sobre los lugares en los que habitan. Este enfoque sistémico, avalado por datos, análisis, investigaciones, sería una de las mayores aportaciones que pueden dar las organizaciones ecologistas de corte más ecosocial. Si hace años era muy difícil encontrar que “lo verde” apareciera en los marcos de pensamiento de las organizaciones de corte más social y político, ahora es algo habitual (de la misma manera que lo social aparece cada vez más en todas las organizaciones ecologistas).
El 2019 fue el año del despertar climático, el año en el que este enfoque sistémico cobró fuerza emergiendo a nivel masivo la comprensión de los límites físicos del planeta y la imposibilidad de un futuro, tal y como entendemos nuestro presente, si seguíamos igual. Un despertar que vino de la mano de movimientos de jóvenes que aportaron mucha frescura al movimiento ecologista.
El 2020 iba a ser el año de la revolución climática y el tema sanitario igual lo ha convertido en el año de la oportunidad climática, si pensamos que hemos visto que cuando la necesidad aprieta y se toma conciencia política y colectiva del problema, se puede reaccionar haciendo posible lo inimaginable: desde el ámbito más político, frenar de golpe la globalización en la que vivíamos; y desde el ámbito social y colectivo, estrechar lazos con nuestros vecinos a quienes antes apenas conocíamos. Obviamente el coste de tener que hacer esto sin poder casi pensar, reaccionando a lo inmediato, es altísimo. Por eso, en la crisis ecosocial podemos actuar para minimizar esos costes y preparar las transiciones hacia futuros más sostenibles.
En este escenario la aportación de las organizaciones ecologistas es clave, por un lado continuando con el trabajo de incidencia que venían haciendo desde ese papel de vanguardia “especializada” (creación de investigaciones, materiales, grupo de presión…), por otro organizando resistencia desde su experiencia, que no es poca, en este ámbito (protesta, desobediencia civil, apoyo mutuo frente a la represión…). Por último, y puede que de manera más relevante, reforzando la creación de alternativas en las que mirarse, ayudar a modificar los imaginarios para que quepan futuros ilusionantes a los que dirigirnos, y no porque estos sean un «placebo» sino porque sean posibles.
Esto es algo que también se ha hecho desde siempre. Se encuentran con frecuencia ejemplos de iniciativas de corte ecológico en cualquier ámbito, que nos sirven de faro, que han sido y son laboratorios de lo posible, pero que en muchos casos, hasta ahora, parecían dirigidas a un público muy determinado y no al público en general. No porque no se invitase a que lo hiciese cualquiera, sino porque no conectaba con cualquiera. ¿Por qué alternativas de vivienda ecológica o vida comunitaria no tienen tanta presencia en los movimientos de vivienda (sobre todo en occidente)? Es muy probable que no se trate tanto de no haber sabido adaptar los lenguajes y la forma de acercar los discursos ecologistas a las luchas por la defensa de necesidades fundamentales, sino de que probablemente toque formar parte de esas mismas luchas, toque formar parte de esas realidades, para desde ahí crear alternativas que no resulten lejanas y al alcance de unos pocos, sino cercanas y posibles en lo cotidiano.
Enlace para asistir
La sesión tendrá lugar Miércoles, 17 de Febrero de 2021, 17:30 a 19:00. La sesión se celebrará en la plataforma Zoom (ID de reunión: 959 4579 8858 Código de acceso: Filo)
Para citar esta entrada
García Pedraza, Nacho (2021) ¿Hay salida? El papel de las organizaciones ecologistas en la crisis. El 15/02/2021 en https://niaia.es/que-papel-juegan-las-organizaciones-ecologistas-en-la-crisis-sistemica-que-nos-ocupa/
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