Antonio Andrés Pueyo
Catedrático. Dep. Psicología Clínica y Psicobiología. Universidad de Barcelona.
El reciente tiroteo y matanza de 19 niños y dos adultos en una escuela de primaria de los USA (Robb Elementary School, en Uvalde, Texas) parece, ¡ojalá!, que ha colmado la tolerancia de los norteamericanos con esta violencia tan extrema y con las muertes producidas por armas de fuego. Desde 1998 y hasta 2019, se contabilizan 101 matanzas masivas por tiroteos de este tipo, solamente en USA. En el mismo período temporal en Francia se han contabilizado 8 tiroteos y en Alemania 5. En la gran mayoría de países desarrollados este tipo de violencia no sucede nunca (o casi nunca). Es pues un fenómeno particular de la sociedad norteamericana: las matanzas masivas en escuelas, centros educativos y universidades. No pasa en ningún otro país y generalmente se atribuye a la disponibilidad de armas y su masiva presencia en la vida cotidiana de muchos ciudadanos de los USA. Pero las personas no se disparan entre sí solo porque haya armas de fuego disponibles.
Las armas las disparan las personas y lo hacen por algo, algo que suelen tener en su mente y que los lleva a actuar de ese modo.
¿Por qué un adolescente de 18 años de forma sorpresiva, atacando como si se tratase de un comando militar o guerrillero produce una matanza a tiros en una escuela infantil? ¿Por qué lo hacen? Pues, porque quieren hacerlo. La matanza de la escuela de Uvalde (Texas) no fue un accidente fortuito asociado a la circunstancia de que en los USA es muy fácil obtener armas de fuego. Tampoco fue un atentado terrorista. Ni, por lo que sabemos, puede ser catalogado de “crimen de odio”. Estos dos últimos modelos criminológicos de asesinatos masivos son los más habituales para explicarlos. Esta matanza de niños tampoco fue una acción espontánea en un momento de gran irritación, conflicto interpersonal, social o contexto de interacción violenta entre, por ejemplo, grupos armados o en medio de un secuestro.
¿Qué tenía en la cabeza ese adolescente que nos permita comprender esa tremenda violencia?
¿Qué motivó, guió y fue, en última instancia, la causa de ese comportamiento mortífero?
Analizado a posteriori – con la información disponible de este caso y de otros anteriores que han sido bien estudiados – esta acción mortal fue un comportamiento intencionado, propositivo, planificado y voluntario. El autor preparó el ataque, anunció que lo haría y empezó la matanza con un primer acto violento: el asesinato frustrado de su abuela, en su propio domicilio y antes de ir a la escuela, donde provocaría la matanza de los niños y maestros, el auténtico objetivo de su ataque mortífero.
Cuando alguien comete un delito violento determinado, especialment cuando es planificado como éste (se sabe que compró las armas unos días antes), lo que antecede a esa acción es la decisión – en ocasiones una auténtica idea obsesiva – de realizarla. A veces suele haber una razón explícita y concreta que, como en este caso, creemos ha sido la venganza. Es la más frecuente de las razones de las matanzas escolares cometidas por adolescentes. Otras veces la razón puede ser más implícita o confusa, mezcla de rabia, odio, ira, creencias distorsionadas y voluntad de demostrar públicamente un rol identitario violento, etc… La razón que promueve el delito puede aparecer brusca y espontáneamente en un momento dado o estar latente en la memoria del agresor.
Dolor intenso y duradero después de estos actos violentos sobre niños.
Llevar a cabo el acto violento, el ataque sorpresivo con armas de gran potencial mortal, requiere la decisión de actuar de ese modo. Ésta decisión – que los psicólogos llamamos el “paso al acto” – está promovida por ciertos factores previos e identificables y que clasificamos como factores de oportunidad, de necesidad, de personalidad y creencias del agresor, del estado emocional y de valoración anticipada del costo/beneficio del hecho a realizar. Todos ellos, actuando conjuntamente, se convierten en los elementos que transforman la intención del autor en la acción violenta.
El agresor llevó a cabo la matanza en unas circunstancias similares a esta descripción funcional. El objetivo era atacar una escuela para vengarse de las malas experiencias vividas en su etapa escolar. La que tenía cerca de su domicilio era una buena oportunidad. Parece ser que él no estudió en esa escuela. No importa, representaba para él una realidad traumática anterior. A pesar de que las escuelas tienen vigilancia, generalmente son fácilmente accesibles y, además el agresor contaba con la vulnerabilidad que da la sorpresa con la que iba a actuar. Los atacantes con armas de gran calibre de una escuela tienen una enorme superioridad sobre sus posibles víctimas, además llevaba un chaleco antibalas para protegerse de los vigilantes mientras atacaba a los niños.
La necesidad criminógena de realizar el ataque podemos asociarla a los deseos de venganza, a la motivación de “hacer justicia”, legítima según el atacante y resolutiva, inevitable. La venganza es un sentimiento que está detrás de muchos actos violentos graves. En este caso se informa de la historia de abusos y malos tratos que pasó el agresor en la escuela (si bien no la misma en que realizó el ataque), también el ostracismo y el aislamiento social que sufrió en su vida escolar y probablemente comunitaria. Esta experiencia – común en el 63% de los autores de matanzas escolares – suele tener un peso específico elevado en estos delitos en los USA. También se añaden las necesidades afectivas no atendidas por parte de los padres ausentes en el desarrollo del adolescente violento. Este factor de riesgo – la falta de una educación parental y familiar eficaz – es muy común en adolescentes violentos.
¿Qué decir de la personalidad del adolescente autor de los disparos? Los estudios anteriores indican que estos agresores están afectados por importantes trastornos de la personalidad que les convierten en individuos socialmente muy desajustados – desde personas solitarias y de vidas “extrañas” hasta otras que esconden un “volcán” emocional que se muestra hiperviolento de forma sorprendente para su entorno -. Suelen ser impulsivos, irritables, descontrolables, irracionales además de muy inmaduros en su realidad cronológica. Su inmadurez los lleva a dejarse influir de manera intensa por su red de amigos, aunque sean solo virtuales, por una valoración omnipotente de su futuro invulnerable y también por la visión radical de su identidad, a veces de vengador e incluso de mártir en los momentos anteriores a su ataque armado. Su mente suele estar completamente impregnada con fantasías violentas, de matanzas idealizadas, de combates virtuales revividos como si fueran reales, de interés mórbido por las armas y la realidad que las envuelve. A veces estas fantasías (presentes hasta en un 35% de estos individuos) son compartidas con otros compañeros o grupos de adolescentes directamente o por las redes sociales. Suelen tener importantes déficits de socialización, de autocontrol, así como hobbies marginales en los que ocupan mucho de su tiempo (coleccionar armas, videojuegos violentos, novelas y comics de contenido demoníaco o de superhéroes). Suelen ser personas socialmente desadaptadas sin poder saber si esta desadaptación es la causa o la consecuencia de su forma de ser.
¿Y qué decir de su estado emocional? Entre estos agresores el 55% mostró alteraciones de su salud mental antes o durante el ataque violento. Muy habitualmente estos agresores tienen una historia reciente de malestar emocional profundo, alteraciones como la depresión, la ansiedad, los ataques de ira, los sentimientos de extrañeza y pérdidas de identidad, etc.… y a su vez el consumo de drogas y la falta de atención familiar, socio-sanitaria y de higiene mental. No es infrecuente que hayan padecido brotes psicóticos pasajeros asociados al consumo de drogas. Esta situación es un promotor destacado de la toma de decisiones violentas.
Y, por último, el juicio coste/beneficio de la acción. ¿Cómo valoran lo que les puede costar ese acto violento? Este juicio de valor los lleva a arriesgarse incluso a perder la vida en el atentado y muestra claramente la inmadurez omnipotente e irracional del autor. Los adolescentes y jóvenes autores de estas matanzas realizan juicios mentales claramente inmaduros por la desproporción de las consecuencias de la acción violenta, la justificación de ésta y el costo que puede tener para el mismo protagonista, la propia la vida, ya que de hecho es habitual este final del atentado. Casi un 19% de los autores de estos ataques se suicidan. Los autores saben lo que les puede pasar en este tipo de acciones, pero lo asumen de manera muy inconsciente, como parte de su fantasía violenta. Este es otro factor importante previo a la decisión de actuar que se combina con los otros anteriores.
La capacidad de juicio momentánea de estos agresores está profundamente alterada en estos adolescentes norteamericanos y quizás sea uno de los elementos culturales y diferenciadores de éstos frente a otros adolescentes de otros países occidentales donde estos ataques – pudiendo suceder – no suceden. Además, los factores psicológicos modelados culturalmente en los USA, como las fantasías y creencias de lo “legítimo, fácil y eficiente” que es vengarse matando a niños, para hacer sufrir a los “mayores” que son, los auténticos culpables de las desgracias que ha vivido el adolescente agresor son el elemento más característico de estos ataques en las escuelas que cuestan centenares de víctimas cada año en los USA. Por supuesto que controlar el acceso a las armas y reducir su presencia es imprescindible, pero también lo es ampliar el foco de la prevención al seguimiento escolar de los pre-adolescentes en riesgo de sufrir los factores de riesgo que hemos descrito y que favorecen la aparición de conductas gravemente violentas y mortíferas.
Para citar esta entrada
Andrés Pueyo, Antonio (2022) ¿Por qué un adolescente mata a tiros a 19 niños y 2 profesores en una escuela en los USA?. En Niaiá, https://niaia.es/por-que-un-adolescente-mata-a-tiros-a-19-ninos-y-2-profesores-en-una-escuela-en-los-usa/
Este artículo ha sido publicado en Las personas son la clave, el pasado 27 demayo de 2022. Publicado aquí con permiso del autor.
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Excelente artículo felicito al autor y a las páginas web que se esfuerzan por llevar adelante este tipo de reflexiones. Es muy lamentable que este hecho muchas veces se quede en el plano de las armas (que es muy cierto, la necesidad de su control) y se pierda de vista, el ser que siente, padece, sufre y vive infinidades de consecuencias por otras causas que sí, pienso; tenemos la posibilidad de controlar de forma inmediata y poder hacer lo que nos toca, prevenir.