José Esquinas Alcázar
Colabora con la FAO y con universidades y centros de investigación en diversos países
Cada día mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición entre veinticinco y cuarenta mil personas en el mundo. Y ese mismo día gastamos en armamento cuatro mil millones de dólares. El hambre es la mayor tragedia y la mayor vergüenza de la humanidad. Además, en pleno siglo XXI, en un mundo globalizado e interdependiente, el hambre ha pasado a ser una amenaza para la Paz y la Seguridad mundial, el caldo de cultivo en que nacen y se desarrollan la violencia internacional, la migración clandestina y las grandes pandemias. Terminar con el Hambre es, además de posible, una necesidad imperiosa y una obligación ética.
En esta exposición hablaremos de las cifras del hambre y la malnutrición y daremos datos sobre las implicaciones que nuestro modo de producir y consumir alimentos tiene para el medio ambiente y para la salud humana. Analizaremos también las causas últimas del hambre y las posibles soluciones a nivel técnico, socio-económico, jurídico y político. Finalmente reflexionaremos sobre nuestra responsabilidad individual y necesidad de un cambio de actitud y comportamiento como consumidores.
Damos a continuación una breve reseña de algunos de los conceptos que se desarrollaré durante la exposición.
Hambre y malnutrición. Deriva mercantilista y antiética del sistema agroalimentario.
El hambre crónica afecta a más de 800 millones de personas. Sin embargo el mundo produce hoy un 60 % más alimentos de los que se necesitan para nutrir a la humanidad. El problema no es la falta de alimentos, sino el acceso a los mismos. Los alimentos están en los mercados internacionales, pero no llegan a la boca ni a la mesa de los que tienen hambre. ¿Producir más? Sí, pero a nivel local.
En mi niñez, los alimentos eran sagrados: el pan que caía al suelo se recogía, se besaba y se comía. Hoy 1/3 de la producción mundial de alimentos se pierde o se despilfarra sin llegar nunca a la boca del consumidor y otro tercio se consume en exceso, contribuyendo a la obesidad y el sobrepeso (1600 millones de personas en 2019, doblando el número de hambrientos), que a su vez incrementa las enfermedades no transmisibles (diabetes, cardiovasculares, oncológicas, …). ¿Dónde está la causa de este comportamiento irracional? ¿Que ha cambiado en apenas medio siglo?: Antes producíamos alimentos para nutrirnos hoy se producen para vender. Hoy los alimentos han pasado a ser meras mercancías. A nivel internacional el 70 % de las semillas comerciales y el 63 % de los agroquímicos están en manos de tres grandes multinacionales.
Estamos transformando la agricultura en una actividad mercantilista que consume cantidades crecientes de recursos naturales, energía fósil, agua…, dependiendo cada vez más de agroquímicos y semillas comerciales sometidas a derechos de propiedad intelectual. Esta forma de producir destruye la diversidad biológica, expulsa a la gente del campo y distancia cada vez más a productores y consumidores, transformando los alimentos en una mercancía globalizada.
El alimento-mercancía es rentable si se vende, no importa que llegue o no a la boca del que tiene hambre o termine en la basura. El objetivo puramente mercantil es también producir mucho y barato, no importa si el sistema de producción es o no depredador de los recursos naturales del planeta.
Datos recientes muestran que la pérdida y desperdicio de alimentos (PDA) alcanza anualmente la cifra de 1.300 millones de toneladas, (es decir, un tercio de la producción mundial). Pero lo que es aún más grave: en la producción de estos alimentos que no se comerá nadie estamos utilizando al año 1.400 millones de hectáreas (28 veces la superficie de España), 250 km³ del agua dulce (1/4 del uso humano total de este recurso limitado), 300 millones de barriles de petróleo y que, con todo ello, estamos contribuyendo al cambio climático. Las consecuencias de este despilfarro se las pasamos a nuestros hijos malgastando los recursos limitados y perecederos en los que mañana debe basarse su alimentación. Comprar más de lo que necesitamos y tirar las sobras a la basura es inmoral y nos hace corresponsables del hambre y del deterioro medioambiental en el mundo.
Con esta situación, no debe sorprender que el último informe sobre el tema (Agosto, 2019) del Panel de Expertos de Alto Nivel sobre Cambios Climáticos de la ONU concluya que en torno a un tercio (11.000 millones de Tm.) de las emisiones de Gases de efecto invernadero (GEI) responsables del cambio climático tienen origen en el actual sistema agro-alimentario, y que combatir las PDAs y un cambio en la dieta, con una reducción drástica del consumo de carne y otros derivados animales, es fundamental para hacer frente a esta crisis.
En este contexto la importancia de la agricultura familiar y el pequeño agricultor no puede ser exagerada. Según datos de la FAO en torno al 80% de los alimentos que hoy nutren el mundo (no los que se pierden o se desperdician) proceden de la agricultura familiar y por ello la ONU ha declarado la Década internacional de la agricultura familiar (2019-2028). Sobre esta misma base, la ONU ha negociado durante años y finalmente aprobado en su Asamblea General (New York, Dic. 2018) en el contexto de los Derechos Humanos: la Declaración Universal sobre los Derechos de los Campesinos y otras personas que trabajan en el medio rural.
A nivel individual debemos reaccionar transformando nuestro carro de la compra en un carro de combate: comprando solo lo que necesitamos, seleccionando alimentos saludables, ecológicamente limpios, socialmente justos, de cercanía y estacionales.
Mas allá del sistema agro-alimentario
Nuestro comportamiento irresponsable va más allá del sector Agro-alimentario. La miopía del género humano está llevando al mundo en una dirección consumista insostenible e insolidaria con la Naturaleza y con otros seres de nuestra propia especie. Estamos confundiendo desarrollo con crecimiento económico y felicidad con consumismo. Estamos gastando más recursos energéticos y de materia prima de los que dispone nuestro Planeta, y si no corregimos a tiempo esta ruta ponemos en peligro el futuro de la humanidad.
Hemos perdido la visión holística del planeta (madre tierra), de la casa común. Hoy los efectos nocivos del cambio climático nos ponen frente a la situación insostenible y casi irreversible que hemos provocado.
El ser humano guiado por su ambición está rompiendo los delicados equilibrios e interrelaciones ecológicas que mantienen la tierra, sus componentes y criaturas en un equilibrio dinámico. En su prepotencia, el ser humano piensa que la Tierra le pertenece y la usa para enriquecerse ignorando que siendo él mismo parte de la naturaleza se destruye a sí mismo. Estamos devastando el planeta y robando el porvenir de las generaciones futuras, nuestros hijos y nietos, privándoles de los recursos naturales y el medio ambiente que necesitan para vivir.
Para buscar posibles soluciones, necesitamos aprender de nuestra historia milenaria a mantener el equilibrio con la naturaleza. Necesitamos profundizar en la «espiritualidad medio ambiental» de los pueblos indígenas, pueblos que están siendo aniquilados por defender a la naturaleza frente a intereses espurios. Necesitamos de la sinergia y complementariedad entre los conocimientos ancestrales de estos pueblos y los conocimientos científicos y tecnológicos de nuestra era. Es preciso sumar. Para todo ello necesitamos pasar de una Ética antropocéntrica a una Ética más inclusiva.
Esta situación exige decisiones audaces a nivel institucional, estructural y jurídico, y ello solo será posible con un enfoque donde la solidaridad y la responsabilidad de todos primen sobre los intereses miopes de algunos.
Mas allá de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) negociados y adaptados en Naciones Unidas por consenso entre todos los países miembros, es un importante y necesario paso adelante, pero esto no suficiente. Es preciso ir más allá, buscando y cuestionando problemas éticos intrínsecos e inherentes a nuestro sistema económico y político, como el propio concepto de desarrollo, las externalidades económicas, la necesidad de una economía circular que evite la acumulación de desechos, la necesidad de mecanismos que tengan en cuenta el interés de las generaciones futuras, y de una renovada gobernanza mundial.
El seminario se celebró en línea el 22/09/2021 05:30 PM Madrid
Puedes escuchar la grabación en audio (78 MB) en este enlace. Si deseas acceder a una grabación en vídeo (506,9 MB), puedes obtenerlo en este enlace
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Esquinas Alcázar, José. (2021). ODS2 Hambre cero. En Niaiá, consultado el 15/12/2021 en https://niaia.es/ods-2-hambre-cerol/
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