Luis González Reyes
Miembro de Ecologistas en Acción
Biorregión es un concepto que se abre camino al pensar y construir las transiciones eco-sociales. “Biorregiones. De la globalización imposible a las redes territoriales ecosostenibles”, una obra coral editada por Nerea Morán, Jose Luis Fernández-Casadevante (“Kois”), Fernando Prats y Agustín Hernández, es un buen punto de partida para introducirse en el tema.
Las propuestas que lanza el libro parten de un contexto de creciente escasez de energía y materiales, cambio climático y pérdida de biodiversidad. Todo ello, imprime a las sociedades humanas una dinámica de colapso. Pero esta crisis no impide todavía la continuación de las lógicas de deslocalización y desterritorialización que caracterizan a la ciudad actual, la pérdida de vínculos humanos con la trama de la vida o un diseño de las lógicas globales sobre las locales con una mirada homogeneizadora.
Ante eso, surgen las biorregiones. Vamos a repasar alguna de sus características. Una primera es que una biorregión es la unidad de complejidad mínima necesaria para abordar la reterritorialización de la economía, la cultura y la política. O, dicho de otra forma, el territorio que permite la vida digna de todos los seres que lo habitan (no solo los humanos).
Esta primera característica tiene varias implicaciones. Una es que una biorregión no debe confundirse con un ecosistema, pues requiere estar compuesto por una diversidad de ellos. Solo así se pueden satisfacer las variadas necesidades humanas, empezando por las alimentarias.
Si de lo que se trata es de satisfacer las necesidades humanas y no humanas en el tiempo, los conceptos de espacio de seguridad vital o el de rosquilla de Raworth surgen como elementos centrales de la gestión de las biorregiones: conseguir altos niveles de bienestar universal sin transgredir los límites biofísicos. Para conseguirlo, hacen falta múltiples herramientas, entre las que se encuentran una mirada a largo plazo, un foco importante en la conservación ambiental y una modificación de los indicadores económicos para darle relevancia a los propios de la economía ecológica.
En esta satisfacción de las necesidades humanas, la persecución de la autonomía energética, material y alimentaria es central. Esto no está reñido con que existan intercambios con otras regiones para adquirir lo que no se pueda conseguir dentro. Es más, este intercambio permite una mirada solidaria y no de construcción de identidades excluyentes.
Esta construcción de autonomía tiene distintas implicaciones sobre el tipo de economía posible en una biorregión: requiere avanzar hacia la circularidad, aproximar la producción y el consumo, decrecimiento en el consumo de materia y energía, o articular un tejido productivo complejo y diverso.
La autonomía se debe construir en distintos campos, pero uno central e imprescindible es la alimentación. Por eso, el concepto de biorregión viene acompañado del de agroecología. También de una mirada sobre la alimentación que va más allá de la nutrición, comprendiendo que los distintos modelos alimentarios implican una forma de relación con el territorio, de cultura, de cuidado de la salud, de uso de recursos, de gestión de residuos, o de acceso a alimentos por los individuos. En todo caso, también es necesario la fabricación de manufacturas, para lo cual el libro apuesta por una reindustrialización verde, concepto que merecería en sí mismo otro libro, pues bajo él se pueden recoger procesos productivos muy distintos, algunos de ellos problemáticos.
Si la primera característica de la biorregión es la re-territorialización, la segunda tiene que ver con los límites que la conforman. Estos los marcan características geográficas humanamente reconocibles, pero también “fronteras” dibujadas por el devenir histórico y la construcción de identidades culturales.
Estos límites serían necesariamente porosos, en forma de membrana, para permitir los intercambios económicos que complementen la autosuficiencia, pero también culturales que limiten el crecimiento de identidades excluyentes. Es decir, unos límites traspasados por redes cooperativas y solidarias.
La tercera característica de una biorregión es la gestión democrática del territorio, pues en cómo se toman las decisiones está otra de las piedras de toque básicas de una propuesta de carácter ecosocial, no solo en la justicia y en la sostenibilidad, que se han nombrado ya. La apuesta es por mecanismos híbridos que conjuguen la representación, la participación y la deliberación.
Esta gestión debe partir desde el conocimiento situado ecosistémico, pero también cultural y político. Por lo tanto, no hay recetas únicas para todas las biorregiones, sino que tendrán que ser diversas y articuladas bajo el principio de subsidiariedad.
Pero, más allá de esta diversidad, hay elementos que se proponen como transversales, como serían el empoderamiento comunitario y el municipalismo. Y que ambos ámbitos de gestión sean quienes controlen los bienes.
En cuarto lugar, las biorregiones deben superar los sistemas de dominación contemporáneos. Sobre dos de ellos se hace referencia en el libro. Uno es del patriarcado, cuando se apuesta por una valoración social de los cuidados y su territorialización. El otro es el capitalismo, para lo que se afirma la necesidad de pasar de sociedades “de mercado” a sociedades “con mercados”. También cuando se coloca en el centro de la actividad social la satisfacción de las necesidades humanas y no la reproducción del capital.
La quinta característica que define una biorregión sería la ordenación del territorio y, más en concreto, de los espacios de vida humana. La apuesta es por núcleos poblacionales que conformen una red policéntrica. Ciudades y pueblos que tengan una escala humana, sean compactos, resilientes y estén integrados con el mundo rural, es más, que contengan la ruralidad también dentro, llenándolos de prácticas agrícolas.
Finalmente, la biorregión construye una nueva cultura y, a su vez, requiere de una reconceptualización en ese plano. Implica la articulación de una identidad de lugar y concebir la naturaleza como algo orgánico de lo que formamos parte y no como objeto a dominar.
En conclusión, la biorregión está llamada a ser una de las piedras angulares de la construcción de sociedades ecomunitarias.
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González Reyes, Luis (2024). La idea de biorregión como elemento clave de la transición ecosocial En Niaia, 24/01/2024 https://niaia.es/la-idea-de-biorregion-como-elemento-clave-de-la-transicion-ecosocial/
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