Javier González Vela
Miembro del grupo de investigació de Niaiá
Victor Lapuente (Chalamera, Huesca, 1976), doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford, catedrático en la Universidad de Gotemburgo y profesor visitante en ESADE, publica en Ediciones Península el “Decálogo del buen ciudadano”. Colaborador con el diario El País y con la Cadena Ser, es también autor de “El retorno de los chamanes”.
Su “Decálogo del buen ciudadano” podría parecer de entrada un libro de autoayuda, pero es sobre todo un libro de reflexión, centrado en problemas de la sociedad actual (como la polarización, que percibe cada vez más acentuada), y que propone un cambio de actitud a través de diez reglas cuyo objetivo es hacer que la sociedad abandone el individualismo.
No es evidente que las diez reglas que propone Lapuente deban servir para que seamos mejores personas, pero al menos sí que sirven para examinar muchos de los problemas de la sociedad actual. La pandemia es un buen ejemplo para mostrar el narcisismo y el individualismo que dominan a la sociedad actual, que arrinconan conceptos como la responsabilidad personal y acaban con los compromisos que supone la vida en comunidad. En todos los ámbitos, y la familia no es ninguna excepción, la sociedad está generando lazos bastante precarios, huyendo de los compromisos personales, atribuyéndoselos en todo caso al Estado, construyendo, en esencia, un mundo más solitario.
En este proceso de individualización extrema están participando tanto la izquierda como la derecha.
En la visión de Victor Lapuente, la derecha ha “matado a Dios” y ha ensalzado hasta la cumbre al homo economicus. Ya no defiende valores como la compasión, la justicia o la responsabilidad social, y en su lugar ha pasado a justificar la meritocracia y la codicia, con el pensamiento de que triunfa quien se esfuerza, con el interés personal como la única razón que mueve a las personas.
La izquierda, por su parte, ha “matado a la patria”, entendida como la idea de que los ciudadanos de un país constituimos una comunidad. La izquierda actual ha renunciado a todo aquello que une a las personas para formar una nación, ha renunciado a los valores y tradiciones comunes que conforman la patria.
En resumidas cuentas, tanto la izquierda como la derecha están alimentando un individualismo radical. Ambas contribuyen, aunque sea desde presupuestos distintos, para crear una sociedad de individualistas, alejadas de la idea de contribuir al bien común.
Pero en realidad, según Lapuente, lo que nos llena a las personas no es lo material, no es satisfacer nuestros deseos, sino ser útiles a la sociedad. Lo que de verdad nos produce satisfacción es saber que estamos contribuyendo al bienestar de la comunidad. De ahí que Lapuente, que al final lo que hace es defender la necesidad de una nueva ética para el siglo XXI, recupere el concepto de “trascendencia”, que condensa en los conceptos de Dios y Patria. Estos conceptos siempre han tenido una función de cohesión de la sociedad, cohesión que el individualismo radical actual está socavando. Pero la necesidad no se elimina, con lo cual la sociedad tal vez deja de creer en Dios, pero empieza a creer en “falsos dioses”.
Al haber renunciado a los conceptos de trascendencia, se genera una sensación de estar faltos de identidad, se produce una especie de “vacío existencial”, que simplemente llenamos con la política. Pero lo hacemos de una manera simplificada, separando a las personas, las actitudes y las ideas en “buenas y malas”. La tecnología, las redes sociales en concreto y su enorme difusión, ayudan enormemente a que este proceso se produzca, pero el resultado final se define con una palabra: polarización.
Para acabar con esta polarización es cuando Lapuente introduce sus diez reglas, a partir de las cuales también articula los capítulos del libro:
- Busca al enemigo dentro de ti: está hablando del “autoconocimiento”, una habilidad indispensable para mejorarnos personalmente.
- No te mires al espejo: rechaza el narcisismo y abandona el individualismo “feroz”, que lo único que hace es separarnos de los demás.
- Agradece: hay un refrán que dice que “de gente bien nacida es ser agradecida”. Ser agradecido con los demás es un paso esencial para construir redes afectivas.
- Ama a un Dios por encima de todas las cosas: Incluso por encima de nosotros mismos.
- No adores a falsos dioses.
- Da a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César: otro refrán tradicional, que viene a decir que es necesario separar lo espiritual de lo terrenal (entendido en este contexto como lo moral), es decir, promover una sociedad en la que las aspiraciones trascendentales de las personas sean reconocidas y favorecidas.
- Cultiva las siete virtudes capitales: coraje, templanza, prudencia, justicia, amor, fe y esperanza.
- Ponte en la cabeza de tu adversario: empatía, comprensión, compasión
- No te sientas víctima: El victimismo como lacra social de nuestra época. Porque la victimización nos hace más inmaduros, nos paraliza, y evade nuestra responsabilidad; en definitiva, nos debilita.
- Abraza la incertidumbre.
Si desea citar esta página
González Vela. Javier (2021). El capitalismo en la trama de la vida futuro. En Niaia, consultado el 24/07/2021 en https://niaia.es/el-decalogo-del-buen-ciudadano-victor-lapuente/
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