Félix García Moriyón
Miembro del equipo Niaiá
Pocas dudas caben de que la humanidad está afrontando una situación complicada y en parte imprevista: la aparición de una pandemia que ha causado muchos muertos y una fuerte perturbación de la actividad económica en prácticamente todos los países. Llueve además sobre mojado, pues apenas habíamos salido de la anterior y muy potente crisis de 2008. Es, sin duda, una crisis grave porque es la que nos amenaza ahora mismo a nosotros, pero debemos ser conscientes de que las crisis acompañan de manera constante a la humanidad a lo largo de la historia, e incluso a cada persona concreta a lo largo de su vida personal.
Las crisis no abren ventanas de oportunidad, como algunas personas dicen en estos momentos. Las crisis son situaciones difíciles caracterizadas por diversos rasgos: son acontecimientos inesperados, o esperados solo de manera vaga y genérica; generan incertidumbre porque no está claro cómo afrontarlas; son percibidas como sucesos que amenazan objetivos importantes; y requieren procesos de transformación para corregir un sistema que no se sostiene. De cara a afrontar esa reconstrucción, parece importante abordar el tratamiento de una crisis teniendo en cuenta las recientes aportaciones de la teoría del caos en situaciones de alto nivel de complejidad, sugiriendo que debemos ir más allá de la dinámica de buscar causas y responsables y de garantizar la superación de incertidumbres y temores: esas certezas en el análisis y seguridad en las respuestas no se pueden garantizar en sistemas complejos. Como muchas personas han repetido, está crisis deja claro que somos vulnerables y que debemos vivir con el riesgo y la incertidumbre. Buscar culpables puede valer en una confrontación política del tipo amigo-enemigo, pero no ayuda mucho a resolver problemas.
Esta pandemia, como bien indica ya su nombre, ha ocasionado una crisis global, que está golpeando con dureza a todos los países con independencia de su nivel de riqueza y desarrollo. La globalización, acompañada y orientada por un modelo de capitalismo neoliberal impuesto en todo el planeta, ha favorecido su rápida extensión y está agravando la situación porque la globalización neoliberal es también responsable de otras crisis muy serias para las que no hay respuestas claras. Muy probablemente, la más importante es la crisis ecosocial que se manifiesta en una alteración notable del clima, acompañada de la desaparición de muchas especies y la degradación del medio ambiente, así como una profunda y creciente desigualdad en la sociedad que incrementa el riesgo de los sectores más débiles de la población. Esto, desgraciadamente, es algo que suele ocurrir en todas las crisis de la historia de la humanidad: quienes tienen menos defensas, quienes se encuentran en una posición más débil, ya se de salud, económica o social, suelen sufrir mucho más.
Además, la pandemia surge en un mundo que vive afrontando a duras penas desde hace décadas diversas crisis de diverso tipo todas ellas existenciales (amenazan seriamente nuestras condiciones de vida) y globales (alcanzan a todos los rincones de la Tierra): la amenaza de una guerra nuclear y biológica que puede provocar una destrucción masiva, por unas armas que están también al alcance de pequeñas organizaciones terroristas; las tensiones demográficas acompañadas de fuertes movimientos migratorios difíciles de asumir; el avance de la tecnología y en especial de la Inteligencia Artificial que puede escaparse del control de los seres humanos… Son tiempos de riesgo y de incertidumbre que no auguran nada bueno.
No obstante, conviene recordar que la historia de la humanidad es la historia de una cadena casi ininterrumpida de crisis de diverso tipo y de distinto impacto, en algunos casos realmente grave (García, 2019). Ya hace años, Jared Diamond (2006), un importante científico de Estados Unidos, se dedicó a estudiar diferentes crisis en diferentes culturas y en distintas épocas. Expuso en un libro casos antiguos y modernos, y en especial varios ejemplos de colapsos totales, algunos más conocidos como el de la Isla de Pascua o el mundo maya, y otros menos conocidos como el colapso de la colonización de Groenlandia por los vikingos. El mensaje era, sin embargo, positivo: otras sociedades supieron resolver sus crisis y salir adelante. Jared sacaba algunas conclusiones interesantes, centradas sobre todo en una adecuada gestión de la producción de recursos y de su distribución. Vista en conjunto, la humanidad hasta el momento ha ido resolviendo con éxito esas crisis sucesivas y en los doscientos últimos años el éxito ha sido enorme con indicadores claros de mejora: nunca tanta gente en cifras absolutas (posiblemente también en cifras relativas) ha gozado de condiciones de vida tan favorables como en la actualidad. De ahí el crecimiento de la población…, y de ahí también la percepción de que podemos morir de «éxito» por las contradicciones que ese crecimiento ha producido.
En la búsqueda de posibles soluciones para afrontar estas crisis globales y existenciales están trabajando muchas instituciones internacionales y actores sociales dedicados expresamente a evaluar las posibles crisis que pueden amenazar a la humanidad y la manera de afrontarlas (Torres, 2017). Quizá haya adquirido una importancia preferente la relacionada con el cambio climático y la degradación de la biodiversidad, y también la erradicación de la pobreza y la disminución de la desigualdad, pero son muchos más los escenarios posibles, como decíamos más arriba.
Una de las crisis anunciadas por los expertos era una pandemia. Preverlo no ha evitado que la COVID-19 haya provocado en unos pocos meses una catástrofe de enorme alcance; como todavía no se ha cerrado, seguirá dañando la salud y la economía hasta límites difíciles de prever. Aunque es posible intuir que no todos los países han reaccionado bien y que algunos han sido más eficientes que otros, todos están sufriendo graves males y habrá que esperar a que se hagan auditorías rigurosas que permitan ofrecer ideas para acabar con la pandemia actual y estar mejor preparados para pandemias futuras. Los interrogantes son muchos y las respuestas no son tantas. Las personas expertas del campo de la ciencia no llegan a ponerse de acuerdo y quienes ostenta responsabilidades políticas no parecen demasiado afortunados, y algunos parece que lo han hecho más bien mal. Eso sí, este debate está muy condicionado, al menos en España y algunos otros países, por unas élites políticas más centradas en la confrontación total que en la búsqueda de acuerdos compartidos.
Son muchas las preguntas que debemos responder y los problemas que tenemos que resolver. Parece claro que será necesario recurrir a tecnologías de todo tipo, incluidas las técnicas de organización social, para afrontar retos desmesurados como el calentamiento del planeta, las exigencias de energía, la producción y distribución de alimentos para toda la población y, claro está, la solución de la pandemia que ha entrado en lo que llaman la segunda ola con nueva energía. Está claro que será necesario potenciar la investigación científica para encontrar los medios más adecuados para afrontar los retos presentes. Pero no basta con la ciencia y le tecnología: al final afrontamos un problema político que, como tal, es un problema ético cuya solución depende de los criterios que adoptemos. Pedro Sánchez, y también la Unión Europea, lo expresaron con claridad: no dejar a nadie atrás. Pero, si bien el principio parece adecuado, no está claro que las soluciones aportadas hasta ahora estén siendo muy exitosas: por el momento más bien crece la desigualdad y crece la pobreza. Y los ricos lo son un poco más.
Entrar al detalle de esas posibles soluciones es tarea difícil. En el seminario que hemos organizado este año vamos a explorar lo que ya se está haciendo en muchos campos concretos y todas esas experiencias apunta a unos criterios éticos y políticos centrales: alcanzar consensos y trabajar juntos con un sentido de empresa compartidas. Las políticas aplicables deben: a) tener un propósito claro: proporcionar un enfoque de colaboración y dirigido por la misión para la transición; b) dirigido por el lugar y la gente: escuchar a la ciudadanía, poniendo al cargo a los líderes locales electos y a las comunidades a las que sirven, bajo un marco nacional efectivo, es decir una política participativa de abajo arriba; c) capacitador: respaldado por una serie de instituciones, inversiones y un cambio económico más amplio (Powell et alia, 2018).
Demócrito meditando sobre el alma” (1868). Estatua en bronce porLéon-Alexandre Delhomme
En este enfoque, que rompe con el modelo neoliberal imperante, están de acuerdo instituciones tan diversas como Ecologistas en Acción, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo o el Vaticano. En la medida en que parece necesario un cambio bastante radical en el planteamiento que hasta ahora está vigente, no parece adecuado y cambiarlo no es tarea fácil. Ahora bien, quizá la pregunta fundamental no es tanto qué tiene que hacer las instituciones y los gobiernos, sino una pregunta más directa y más personal: y ahora, ¿qué hago yo? Mejor todavía: ahora, ¿qué hacemos?
Referencias
- Diamond, J. (2006) Collapse. How societies choose to fail or survive. New York. Penguin Books
- García Moriyón, F. (2029). Crisis. Dossier Al margen. nº. 112. Invierno 2019, pp. 18-19.
- — (2020) Y ahora… ¿qué hacemos? Libre Pensamiento. 2020 N.103, pp. 9-15.
- Powell, D., Stirling, A. and Mahmoud, S (2018) Working together for a just transition. London. Economics Foundation and Friedrich-Ebert-Stiftung‘
- Seeger. Mattew W.(2002) Chaos and crisis: propositions for a general theory of crisis communication. Public Relations Review. Volume 28, Issue 4, October 2002, P. 329-337
- Torres, Phil. (2017) Morality, Foresight and Human Flourishing. An Introduction to Existenial Risks Durham (NC). Pitchstone Reseñas interesante del libro
Para citar esta página
García Moriyón, F. (2020). Crisis existenciales, crisis globales. El 09/10/2020 en https://niaia.es/crisis-existenciales-crisis-globales/
El seminario se celebra en línea el 14 oct 2020 05:30 PM Madrid
Puedes acceder a la grabación de la sesión en este enlace
Interesante Seminario. Empresa ambiciosa pero alentadora. Hago hincapié en ese punto principal de escuchar e implicar a la ciudadanía en la posible búsqueda de solucionres ante la presencia de tan variadas y complejas situaciones que se están dando en nuestra actual crisis global–local y personal.
Puedes ver la sesión en el enlace que figura ahora en esta misma página.Estuvo bien
Muchas gracias, Victoria. En ello estamos
Félix García Moriyón