Carmen Loureiro. Profesora.
Sapolsky, R. Compórtate. La biología que hay detrás de nuestros mejores y peores comportamientos. Madrid. Capitaán Swin Libros. 2018
Robert Sapolsky, profesor de ciencias biológicas y de neurología en la Universidad de Stanford, es autor de varias obras de divulgación científica. ‘Compórtate. La biología que hay detrás de nuestros mejores y peores comportamientos’ es, con seguridad, la más ambiciosa, exigente, compleja y, en ocasiones, divertida, de todas ellas.
800 páginas dónde el autor intenta acercarnos a la complejidad del comportamiento humano, tratando de responder a preguntas que han inquietado a la humanidad desde los albores de la consciencia: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué nuestra especie se empeña tanto en dañar como en cuidar? ¿Qué razones nos llevan a competir o colaborar? ¿Tiene más peso la biología o la cultura, la herencia o el ambiente? ¿Hasta qué punto nos parecemos al resto de las especies? ¿Son nuestras decisiones fruto del libre albedrío o de una suerte de determinismo multicausal? ¿En qué medida somos autores conscientes de nuestro comportamiento moral?
Responder estas y otras muchas preguntas es un macro-objetivo muy atrevido que Sapolski sortea con un recurso organizativo original y clarificador, una especie de viaje en el tiempo que explica qué pasa en el cerebro en los segundos previos a la realización de un acto cualquiera. Es el territorio del sistema nervioso (cómo se relacionan los tres dominios funcionales del cerebro, sus conexiones e influencias mutuas; qué ocurre en el sistema límbico, el hipotálamo, el hipocampo, el sistema nervioso autónomo, la conexión bidireccional del sistema límbico y la corteza prefrontal…)
Después se pregunta qué pasó minutos, horas, días, meses, años, siglos, milenios… antes, entrando progresivamente en el territorio de las hormonas, los genes, la presión evolutiva… ¿Cómo es determinado el comportamiento por cambios estructurales en el sistema nervioso durante la adolescencia, la infancia y la vida fetal de la persona? Pero también, ¿cómo determina la cultura el comportamiento individual y grupal?
El autor intenta dar cuenta de las razones de la conducta humana en la intersección entre ambiente y cerebro.
«Cuando haya acabado de leer este libro ―dice— verá que, al hablar de los distintos aspectos de un comportamiento, no tiene sentido distinguir entre los que son ‘biológicos’ y aquellos que podrían ser descritos por ejemplo como ‘psicológicos’ o ‘culturales’. Están totalmente entrelazados.»
Una de las características más dignas de remarcar en el enfoque de Sapolsky es la combinación de ambición explicativa y humildad científica, huyendo siempre de reduccionismos y respuestas simples a problemas complejos. En cada momento, trata de mostrar cómo se ha progresado científicamente en los distintos campos que aborda, qué datos se han verificado a través de experimentos fiables y también, qué resultados se han maximizado o minimizado (en muchas ocasiones, por la ideología subyacente de los experimentadores)
Compórtate no es un libro fácil, a pesar del «furor de claridad» (Ortega dixit) y del sentido del humor de Sapolsky. Hay secciones cuyo contenido es difícil de seguir, si no se tienen conocimientos de biología, neuroendocrinología, genética…, pero poco a poco las piezas comienzan a encajar y la cosa empieza a ponerse realmente interesante cuando toda esa compleja ingeniería comportamental se traduce en comprensión de los mecanismos que actúan en el «Nosotros frente a ellos», «Jerarquía, obediencia y resistencia», «Moralidad y hacer lo correcto una vez que se ha averiguado qué es», «Sentir el dolor de alguien, comprender el dolor de alguien, aliviar el dolor de alguien», «Metáforas con las que matamos», «Guerra y Paz», «Biología, sistema judicial penal y libre albedrío».
«La gente ―dice Sapolsky― cree intuitivamente en el libre albedrío, no porque tenga esa terrible necesidad humana de gozar de voluntad, sino también porque mucha gente no sabe nada sobre las fuerzas internas, que se remontan a millones de años atrás».
Y, sin embargo, tal vez «el libre albedrío» sea una «ficción» que valga la pena conservar.
Ejercitémoslo leyendo este libro, cuya potencia explicativa puede fascinar a cualquier persona curiosa que no tema los abismos cognitivos.